viernes, 22 de mayo de 2015

MATÍAS LARA LARITA Y CÁRTAMA

                                                                         

"LARITA"
                                                                       

               A mis buenos amigos, Ana María Romero y  Emilio García Castillejo

                                                                               ***

Matías Lara “Larita” y su relación con  Cártama. Matador de toros español, nacido en Málaga el 15 de agosto de 1885, y muerto en Guadalajara el 27 de octubre de 1957. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de “Larita”.

A los trece años de edad dio lidia y muerte a un becerro en Beas de Segura (Jaén), y a los quince vistió su primer terno de luces en la capital jiennense. Se forjó como novillero arrojado y valentón -bien es verdad que escasamente dotado de finura y elegancia- a base de traspiés y revolcones sufridos en las pequeñas plazas de su comarca (EN CRTAMA TOREÓ EN MUCHAS OCASIONES  DURANTE LAS CAPEAS Y “CORRÍAS” DE FERIAS  DE AÑOS HA, INTERVINIENDO ALGUNAS VECES CON LOS LOCALES, “EL QUICO”,  “ANTONIO ELOY” Y OTROS, RECIBIENDO EN UNA OCASIÓN UNA CORNÁ DE UN TORO DE CARRETA QUE, LAGARTIJO EL GRANDE QUE PASABA POR CÁRTAMA PARA EL BALNEAIO DE TOLOX, LO VISITÓ Y EXCLAMÓ AL VERLE LA HERIDA: “COMO ESA NO LA HE RECIBIDO YO EN MI VÍA…)  llega al día 1 de septiembre de 1914, dispuesto a tomar la alternativa ante la atenta mirada de sus paisanos. Se hizo acompañar, a la sazón, por el también

malagueño Francisco Madrid y Villatoro (“Paco Madrid”), quien, sujeto a las tradicionales obligaciones que le imponía su condición de padrino, le cedió los trastos con los que había de acometer la lidia y muerte a estoque de un astado perteneciente a la ganadería de González Nandín. Lo más notable de esta ceremonia, contemplada desde esa perspectiva que confiere el paso del tiempo, estriba en que atestiguó el doctorado del toricantano el genial espada trianero Juan Belmonte García.
Para confirmar en la Villa y Corte la validez de este título de doctor en tauromaquia, Matías Lara Merino (“Larita”) hizo el paseíllo en las arenas madrileñas el día 3 de julio de 1915, en los prolegómenos de un festejo nocturno en el que se jugaron reses marcadas con el hierro, la señal y la divisa de Olea. En aquella ocasión, hizo las veces de padrino el popular matador almeriense Julio Gómez Cañete (“Relampaguito”), quien facultó a “Larita” para trastear y estoquear al primer astado de la noche, ante la atenta mirada del coletudo vallisoletano Pacomio Peribáñez y Antón.
Manuel Lara (“Larita”) se mantuvo activo en el ejercicio del toreo hasta la temporada de 1933, en la que cumplió cuarenta y ocho años de edad. Esto significa que tuvo el mérito de anunciarse en los carteles de una época en que la competencia quedaba supeditada, primero, al mandato irrefutable de dos de los más grandes toreros de todos los tiempos -José Gómez Ortega (“Joselito” o “Gallito”) yJuan Belmonte García-; después, al de otras colosales figuras contemporáneas -como Rafael Gómez Ortega (“El Gallo”), Rodolfo Gaona y Jiménez, e Ignacio Sánchez Mejías-; y, finalmente, a una excelente pléyade de sucesores -como Manuel Jiménez Moreno (“Chicuelo”), Joaquín Rodríguez Ortega (“Cagancho”), Cayetano Ordóñez y Aguilera (“Niño de La Palma”) y, entre otros grandes maestros, Marcial Lalanda del Pino-. Tal vez esta coincidencia con toreros tan excepcionales en la hondura y expresión de su arte fue lo que impulsó a “Larita” a inclinarse hacia un estilo un tanto zafio, pero muy efectista y aplaudido, a juzgar por el número de partidarios que lo celebraban. Era rudo en el manejo de los engaños; sin embargo, mostraba tales alardes de valor y temeridad, que la gente acudía gustosa a verlo torear. De ahí que Matías Lara Merino ("Larita") constituya un raro ejemplar en la historia del Arte de Cúchares, puesto que ha dejado una imborrable memoria de su nombre, sin haber sido jamás aclamado por la finura de su arte ni por la depuración de su técnica.
Por desgracia, la afición se cansó pronto de esta peculiarísima manera de entender la lidia, lo que llevó a "Larita" a morir, sumido en la pobreza, en una residencia hospitalaria de Guadalajara.
Pues este torero Malagueño, tan relacionado con Cártama en momentos duro de su vida no encontró otra persona a quien pedir ayuda que a nuestro paisano, José González  Marín (“que buen señor…”) en una emotiva y original carta de su puño, letra y faltas de ortografías del siguiente tenor:



Es conocido el gesto de González Marín al saber la situación de su viejo amigo:  Lo llamó a su Hotel, le hizo un obsequio de  DOSCIENTAS  pesetas (mucho dinero enton ces) para que pagara sus deudas y le sufragó  la estancia en el mismo Hotel que él hasta que, Matías, llevó a cabo el viaje que tenía proyectado. 
Es célebre la frase de  Matías Lara al despedirse de su amigo el rapsoda cartameño: "Hoy lo digo; estoy vivo por este ángel protector que lleva por el mundo su corazón atestado de ideales y sentimientos nobles...Dios me iluminó al sugerirme en mi interior a quien tenía que acudir"

 Este proceder fue una constante en Pepe González Marín durante toda su vida, y, la primera beneficiada, Cártama; quienes lo vimos, lo sabemos.