jueves, 25 de abril de 2013

MI HUMILDE HOMENAJE A CERVANTES

  



A mis queridos amigos, José María Lopera y Tomás Sala, ambos de la sin par tierra perota.

Dibujos alegóricos incluidos en el libro de texto de literatura de 6º curso de Bachiller, Plan 38, de GUILLERMO DÍAZ PLAJA
 (Académico de la RAE, Doctor en Filosofía y Letras, Catedrático numerario del "Instituto Jaime Balmes", Profesor de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge, Director del Instituto del Teatro, Exprofesor de la Universidada de Barcelona)

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He aquí la ruta de Don Quijote. La primera y breve salida a la Venta, en la que armado caballero. La segunda salida (trazo doble), que terminó en Sierra Morena. Y la tercera, en la que el caballero llegó hasta Barcelona.

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Don Quijote aspira a mejorar a la humanidad, a instaurar la justicia y el bien, pero tropieza con la realidad que implacablemente le es adversa. Sancho Panza, su escudero (labriego viejo y observador de su contorno vivencial), como los protagonistas de la novela picaresca, ve la realidad tal como es. Ve los molinos donde Don Quijote quiere ver gigantes; ve las ventas  donde el Hidalgo sueña con castillos. Advierte a su señor, que le desprecia; y, don Quijote es siempre derribado, apaleado, vencido, por donde se ve que el materialista Sancho es el que tiene razón. Y, tanta razón: el mundo, lo vemos hoy por doquier, es de los embusteros, abigeos, corruptos y zampabollos sin escrúpulos.

Curiosamente, Sancho también es víctima de la desdicha cuando quiso hacer de  quijote  (cuando es gobernador de la ínsula que su señor le prometiera, y pretende gobernar con justicia y equidad); es cuando con más saña es burlado y vencido...


De todo ello se desprende el atroz pesimismo del Quijote, ya que se ve la dura lucha que tiene que librar el idealismo para vencer al materialismo. Pero, al mismo tiempo, sentimos admiración y entusiasmo por la noble tenacidad del caballero, por la virtud, que sólo son capaces de practicarla los espíritus con cuajo, las voluntades valientes. 

MORALEJA: La virtud estuvo siempre, y sigue hoy, demasiado sola. Tan solitaria, como solitario fue Alonso Quijano. Valga hoy este humilde homenaje que oso dedicarle.