lunes, 3 de diciembre de 2012

CUANDO PITOS FLAUTAS, CUANDO FLAUTAS...





            A la vista  del  espectáculo que nos ofrece la casta política, ante lo que los ciudadanos oponemos la más absoluta  impasibilidad y, las leyes  impunidad clamorosa, no es fácil negar que a los españoles nos va el despotismo. Diríase que somos masoquistas.

            Llevamos recorrido   un largo trecho de pretendidas libertades y de eufemístico Estado de Derecho  para, a la postre, seguir   manipulados mediante soportes espurios, y por  fulanos escandalosamente corruptos, a la sombra, todo ello, de un sistema político sarcásticamente autollamado “democrático” al que, pretendidamente, encarna una imposible soberanía popular.

            Está demostrado con los hechos que, “los hijos de las tinieblas son más astutos que los de la luz”: El poder ha violado y corrompido la democracia, la libertad y la justicia, falseando el sentido  semántico de las palabras y adulterando los conceptos, y ello, ¡oh canallas!,  desde las escuelas y, a través de los medios que debieran ser vehículos de cohesión social e intercomunicación leal entre personas y pueblos. Unos llaman a eso lavado de cerebros mientras, otros, a la misma cosa, la llaman “Educación para la ciudadanía”. 

            Subrepticiamente, para definir conceptos ad hoc se usan corrompidas palabras que derivan en  perniciosas herramientas en manos de hábiles artesanos sociales, cuales sindicatos,  que las manejan según intereses del momento político, con el embeleso de la mayoría silenciosa a la que le llenan las entendederas de  la palabra democracia, participación, soberanía popular (qué cinismo), voluntad general, libertad y justicia, que mejor y más adecuado sería denominarlo exclusión de casi todos, soberanía burocrática, voluntad particular de unos grupos, libertad de consumir y cambiante legalidad, sic. 

            Erich Fromm, en “Anatomía de la destructividad humana”, escribe: “...en  los países  del “mundo libre”, la “autoridad anónima” y las manipulaciones han reemplazado a la autoridad declarada,  en los dominios de la educación, del trabajo y la política”  “...su intención es doblegar a sus propios fines la voluntad de los indivíduos; tienen el arte de utilizar nuevas palabras cuya sonoridad parece oponerse a la de las viejas...”

             Decía antes,  imposible, porque no es posible que los  ciudadanos elijan como representantes a los mejores  a través de un sistema electoral de listas cerradas en cuya permanencia “rentable”, todos los partidos, en especial los mayoritarios, están “consensuados”  como el Zapirón y el Misifú de la fábula (¡esto de los consensos...!).

            Con este sistema hay  que votar como trágalas de mandamases,  listas en bloque, encabezada por un  paniaguado (estómago agradecido)  de las altas instancias de la  casta política, que se encarga de elegir para componer “su” lista con una reata de   incondicionales aspirantes al pesebre.  Es   la forma más eficaz (como dijo el otro, "está todo atado y bien atado"),  de alumbrar caciques, que no le van a la zaga a aquel Romero Robledo de antaño al  que el pueblo  apodó, “El pollo de Antequera”.  Hoy, ya no nos gusta lo de cacique, porque suena a “facha”, sambenito ante el que la derecha tiembla, aunque también los hubo de izquierda. ¿Qué coña quiere decir esta gilipollez  de “facha”?. Sin embargo no menos rotundo y baldonante es el moderno apelativo  partitocracia, porque ya  el poder fáctico  no la ejerce,  como otrora,  un solo personaje omnipotente, sino toda una patulea de zampabollos   afincada en el corporativismo político.

            Aquí en Cártama, dicho sea ahora de paso y como nota paradigmática (ya ampliaremos sobre ello), tenemos el “caso” de la Concejala de la oposición municipal y Diputada  provincial, Leonor García Agua,   cabecilla del PP local, a la que cabe acusársele de abultadas contradicciones, sintiéndose  incondicionalmente y con fe ciega, arropada en todo designio, por descabellado que sea, en su pequeña corte pretoriana en aras del  corporativismo, “no vaya a ser que encabece nuevamente la lista por mandato de Málaga y prescinda de mí...” 

     Palabras, las que cierran el párrafo anterior,  de una “compañera (o)” de camarilla de la susodicha Diputada. Cuando a uno en su cara le hacen tal confesión, le invade una enorme tristeza y la tentación de gritar: ¡Oh Cártama, oh España!, así vamos...       

            Si  se lee la historia atentamente, España ha sido siempre un país con mucha gente de talento que, cuando la masa adiestrada por los consabidos carotas no les impedía   ser ellos  mismos,  constituían la levadura  del bloque social imprimiéndole noble carácter.   Ello se dio durante el lejano siglo de oro (pese a sus defectos), con  el  romanticismo, con las generaciones  del 98 y la del 27, etc, con adalides de la cultura que es   la que hace ricos, sabios  y dignos a los pueblos, y capaces de asumir y engrandecer sus destinos.

            Hoy nadie ignora como la cultura está dirigida por incultos, controlada por sectarios de lo políticamente correcto, hasta el extremo que en esa función de control asfixiante,  España tiene más de 450.000 políticos, uno por cada 100 habitantes, incluidos viejos y niños, que no pueden mover un dedo ni decir una palabra que no esté controlada por el consabido politiquillo. España con 47.000.000 habitantes, tiene  el doble de políticos que Alemania que nos dobla en habitantes   y, tres veces más rica en PIB, renta per cápita, etc.


            En la portada de un diario de tirada nacional, aparecen el trío González, Zapatero y Rubalcaba con ocasión de la celebración del legado que dejó a España el primero (mejor no decir el de los otros dos)  y, un titular que reza: “Zapatero escamoteó en 2.008 y 2.009  14.000.000 de euros a la hucha de la Seguridad Social al dedicar el excedente de ésta a otros “menesteres”. ¿Es este un país serio?

            Ahora, Rajoy, otra pata del  resquebrajado banco patrio (masón como su colega Zapatero, según un último libro aparecido), no ha tenido coraje (diríase que le falta otra cosa) para echar mano a otras "cuentas” en vez de tocarle a las pensiones, o sea, siempre pagan aquí los débiles los entuertos incívicos y espurios de los sinvergüenzas,  corruptos y macanditos de la casta política  --ya sabemos, y repito por enésima vez: hay excepciones-- Y, la Justicia, como se dice por doquier, sin coger el norte. Bien lo apuntaba allá en siglo de oro Luis de Góngora:

                                  ...A veces despoja
                                   De choza y apero
                                   Al pobre cabrero,
                                   Y a quien se le antoja;
                                   La cabra más coja
                                   Pare dos cabritos.
                                   Cuando pitos flautas,
                                   cuando flautas pitos.

                                   Porque en una aldea
                                   Un pobre mancebo
                                   Hurtó sólo un huevo,
                                   Al sol bambolea,
                                   Y otro se pasea
                                   Con cien mil delitos.
                                   Cuando pitos flautas,
                                   Cuando flautas pitos.

            Por eso, incluso sin ser hoy mi objetivo crítico, no puedo  quitarme de las mientes el “caso” Leonor García Agua. Antier, al asistir yo con mi mujer (casi 82 años y enferma)  a un  recital de la gran poeta antequerana, Celeste Torres, organizado por el área de cultura del PSOE en el Teatro Municipal, copaba la puerta dicha señora  Leonor, flanqueada por su cohorte  política, que no celestial. Los representantes del pueblo dieron  muestra de una falta de atención, altanería y, en algún caso,  falta de educación y sobrada deslealtad, que por venir de quienes venía, merece una parrafada en otro momento. Quiero dejar constancia de una excepción: La concejala Inma Garrido, como es habitual en ella, nos saludó de forma deferente y cariñosa. 


           En definitiva,  hoy se constata, con inmensa tristeza de las personas idealistas y ecuánimes que, como dijo Jacques Estenberg, "el hombre no es, como se decía, un lobo para el hombre, sino, un rebaño para algunos hombres", y, obviamente (ya lo decimos antes) para algunas mujeres. 

          Deplorable. Muy deplorable.