domingo, 21 de octubre de 2012

MINIRRELATOS




                                   CARTAMEÑOS POR TIERRA SANTA

            Días atrás, un grupo de unos treinta cartameños, integrantes de las dos parroquias locales, acompañados de sus  párrocos han peregrinado  a Tierra Santa, legendaria geografía  surcada de  sendas que hoyaron, 2.000  años ha,  las sandalias y callados del Mesías y sus apóstoles, sementeros  entre sus gentes de palabras que fueron  bálsamos para las heridas de los afligidos y descorazonados y, lo siguen siendo hoy en cuantos  invocan a aquel espíritu celestial, el Príncipe de la Luz y de la Paz. 

            Mi amigo Juan Martín Sánchez y su esposa,  Reme, han tenido la gentileza de traernos a mi mujer y a mí  una ramita  del Huerto  de los Olivos; quién sabe si del mismo árbol bajo cuya fronda veló Jesús el sueño de sus discípulos. Parece mentira cuántas sugerencias despierta una mera brizna vegetal en un alma que desde la lejanía física está tan cerca a través del  evangelio de aquella tierra plagada de topónimos que sugieren pasajes salvificos: Nazaret, Jerusalén,  Samaria, Tiberiades,   Galilea, Betsaida, Belén --hacia donde, según Rubén Darío, camina desde hace 21 siglos la caravana humana--, Betania, Nain... todo el esplendor de la belleza semántica.

            Más, nosotros con embrutecidos sentidos miramos hacia la Luz y nada vemos, prestamos oídos  y  no oímos, extendemos nuestras manos al infinito y nada palpamos, no nos importa cuánto, abriendo el alma,  puede decir una simple  hebra del olivo bajo el que  rezó y lloró la Bondad Sublime hecha hombre,  nos rociarían  con incienso divino  y nada oleríamos en estos pragmáticos tiempos, nos visitaría el Amor y le preguntaríamos preventivos a que partido pertenece, ni apreciaríamos los mensajes  de paz y amor  que enuncian los arpegios de su cítara.

     Sin embargo, la historia lo demuestra incontrovertiblemente, Él es el Camino, la Verdad y la Vida.