viernes, 8 de septiembre de 2017

ANTAÑONA ACTIVIDAD LABRIEGA EN LOS HUERTOS DE VERANO: CAPAR MELONES

       
                
                                                     Resultado de imagen de SEMBRADO DE MELONES         
Si hoy, al apuntar el sol, alguien  oyera a un campesino que va al tajo decirle a otro que su actividad del día era capar melones,  todos los pedantes estultos que le oyeran  se apartarían las anteojeras a ver a que majara se le ocurría tal cosa y, como  histrión del Medioevo piruetearía riendo a barba regada.
                Sin embargo, una de las faenas del huerto que requería más talento y experiencia era la de capar melones y sandías; los expertos en ello habían de dar cita previa para varios días.
                En teoría la capa de melones y sandías es sencilla pero, de su correcta ejecución de pende la calidad de los frutos, la lozanía de la mata y, hasta en el  valor de dichos frutos en puestos y mercados: Si se va la mano cortando flores se perjudican los ingreosos por cantidad; si se capan poicas flores por calidad y por ende inferior precio. He aquí el talento que ha de tener quien lleva a cabo esta faena horticultora. 
                Lo hice muchas veces porque mi padre y Miguelón me enseñaron: Cuando las rastras de los melones tapan el ancho banco en que se sembraron, se produce una explosión de flores  que si dejaran llegar a frutos, estos serían del tamaño de limones. Es entinces cuando entra en funciones el “capador” y, con el dedo índice y pulgar se hace tenaza y se van cortando las que tienen viso más endeble (he aquí el arte) y se dejan las ofrecen más  garantías de  ser frutos mejores en grosor, sabor y prestancia para su venta. No es fácil aprender esta faena, aunque ninguna faena del campo es sencilla.  Fue una densa cultura amasada desde siglos.