miércoles, 11 de enero de 2017

DESHACIENDO MENTIRAS DE LOS ARQUEÓLOGOS; YA ESTÁ BIEN

Los que llevan el “tejemaneje markentiniano” populista   de la arqueología en Cártama, han deslizado   una nota  en la página de Internet de, “Amigos del Museo de Cártama”, asegurando que cuando apareció el mosaico de la Venus romana saliendo  del mar en su concha (hoy en el museo de Málaga), para que se hiciera cargo del tesoro arqueológico hallado se llamó al erudito en la materia, señor Temboury. Como veremos esto es falso.

  Dicho mosaico apareció en la puerta de  entrada del almacén de tripas para embutidos, “Tripera del Sur”, de José Mora  Faura. En ese momento, como he dicho ciento de veces,    éste estaba en mi casa, a unos 100 metros del suceso, reunido con un grupo de amigos, entre los que me encontraba,  cuando Juanito Gutierrez Faura, también presente, escribía su formidable libro, “Recuerdos de Cártama”.

Un empleado enviado por la esposa de José Mora Faura, doña Pilar Ramírez,  llegó para decir que debajo de las obras había aparecido una cosa “mu grande y mu bonita”; por supuesto que todos nos imaginamos de qué se trataba, pues años antes, y a tres metros del nuevo hallazgo,  habían aparecido en medio de la calle sendas columnas romanas, formidables, que fueron llevadas al arroyo de detrás del monte Santo Cristo y, cuando este  se allanó para el parque actual, allí se dejaron enterradas para los siglos de los siglos con toda impunidad..

 Corrimos al lugar de los hechos, y ya se veía la cabeza y parte de la concha de Afrodita; de inmediato se llamó a don Simeón Giménez Reyna, Comisario Provincial de Excavaciones entonces (enero-febrero de 1.956, no recuerdo el día) y no al señor Temboury como dicen los arqueólogos. Lo de Temboury es otra mentira  historiográfica más de las que vienen espurreando  estos arqueólogos de Cártama. Sí, cuando no saben una cosa se la inventan.

 Fue José González Marín, también presente (por cierto, él y yo convencimos   a Pepe Mora de que no  volviera a enterrar el hallazgo), el que llamó a don Simeón Giménez Reyna, su amigo y una autoridad en el tema, que  se encargó de buscar los medios  para extraer  el mosaico, extracción que por cierto seguí paso a paso porque mi entonces novia, hoy esposa, vivía exactamente enfrente de Tripera del Sur y la excavación dejaba apenas metro y medio para poder entrar a la casa que yo, obviamente,  visitaba diariamente al medio día y por la noche y, lo primero que hacía era sacar petaca y librito y ofrecer liar tabaco a los operarios que me explicaban todos los pasos que estaban dando, amén de estar alucinados con la pieza. Es cierto, empero,  que el Sr. Temboury, con tierras en el término de Cártama, y también amigo de Pepe González y de mi padre, se llegaba de vez en cuando a las obras a recrearse en el mosaico y la labor de recuperación. Don Simeón Gimenez Reyna  algunos días solía almorzar en mi casa para no retirarse del mosaico; ese era el tema de conversación entre los interesados por nuestra cultura durante un tiempo en Cártama y, ya entonces, habíamos los que echabamos en falta y  reivindicábamos un  buen edificio para u museo. 

La historia se debe exponer con el mayor rigor, sin  inventar, como suele hacer alguno de los arqueólogos de marras  aferrados al pesebre de lo políticamente correcto según aconseja  cada momento y, según a cada cual le conviene, como se hace  con la nefasta Memoria Histórica, embusteros historicidas; si el devenir milenario  de Cártama sigue escribiéndose por ustedes, como pretendéis, de aquí a nada  la gloriosa historia Cártama sólo será un triste remedo de sí misma. Uno de los “ilustres” paleohusmeadores de acá  es titulado, el otro mero empírico  arrabalero y realengo que anda siempre tras las fóllegas de algún pedrusco para  concretar como era el último moro y de qué partido,    que se limpió el sieso con ella. Erudicion  en realidad de verdad no le falta a nuestro rutinario arqueólogo y, la vez, Cronista Oficial de algún partido en el gobierno. Y menos mal que no le ha dado por enseñarnos como se define popularmente la gramática nebrijana en su pueblo de origen, de lo que a continuación doy una muestra insertando un fandanguillo de aquel lugar, titulado, al parecer, “El lamento del cabrón”:

Si el crabé que te truí

No te lo aguera truío,

En tu puñetero pelo

No te lo aguera ponío,

Y no te aguera líao

Con el tío que te a ío.


Ya  muy en serio, mañana entra en el registro del Ayuntamiento mi  alegato-defensa contra insufribles calumnias difamatorias que, de esta parte, ha vertido públicamente el mentado Cronista Oficial, en lo que presunta e implícitamente  implica tal se deduce de sus discurso y demás a miembros de la Corporación.  En efecto la ristra de presuntas calumnias gratuitas con  que el Cronista del PSOE intenta lesionar mi fama, imagen y honra y queriéndome poner en contra la opinión del pueblo en que  vivo y he nacido, en connivencia ello con miembros de la Corporación, es una canallada que en absoluto merezco, sino todo lo contrario. A mis casi 86 años me obligan a defenderme  con todos los medios y fuerzas  lícitos a mi alcance. ¡Y va a temblar el verbo!.