viernes, 17 de junio de 2016

                     EL INDIANO Y LA  POLÍTICA DE SU PUEBLO
                    (Incluido en mi nuevo libro, “Ecos de la Alhóndiga”)

            Circula aún una especie de chascarrillo cateto, que en el fondo contiene  un sentido de fabulilla con elocuente moraleja aplicable a algunos políticos (as):
            Un labriego plantó  en su huerta un albaricoque  que, ya adulto, resultó saraza, es decir,  no daba frutos; todo el flujo de sabia lo  utilizaba para echar fronda. Desesperado el labriego por la ruina  de la agricultura, decidió emigrar a América pero, previamente   cortó el albaricoque a rapaterrón; empleó, antes de irse, las ramas secundarias para alimentar un tiempo el fuego de su humero pero, no así el grueso tronco que, al marchar,  quedó tirado en un lindazo de su huerta.
            Sucedió que estando el campesino en las Américas, en una trifulca política fue quemada la imagen del patrón de su pueblo. Los parroquianos, pasados los momentos álgidos de  la revolución, decidieron  encargar una nueva imagen del patrono para renovar la tradición religiosa. La condición que les puso el imaginero era que ellos deberían aportar la madera. Daban vueltas a sus respectivos magines buscando un tronco adecuado. Uno de ellos, sugirió que se utilizara el tronco del albaricoque que, el  indiano paisano, había dejado en su huerta. Y eso hicieron: El escultor tornó el tronco en una magnífica imagen.  
            Cuando el huertano  volvió a su pueblo, ya bastante adinerado, acudió  a los renovados  actos litúrgico en honor del patrón. No más entrar al templo, lógicamente se fue a rezarle al titular, ignorando que la talla  antigua había sido quemada y reconstruida de la forma dicha.
            En cuanto el retornado le echó la vista encima al santo, se dio cuenta que, por lo que fuera, la madera de la imagen era la del tronco del albaricoque saraza que él dejó  en el huerto al emigrar. Entonces su  oración fue de esta guisa:
            “En mi huerto te crié, de tus frutos  no comí, los milagros que hagas tú, que me los cuelguen aquí”,  (cogiéndose  en tal instante en gesto sugerente sus distintivos).
            MORALEJA: Antaño me vino  a las mientes este moralizante chascarro, al leer en la prensa que la entonces  Diputada cartameña del PP intervenía  con voz y mando  en una iniciativa en relación a la promoción de la aceituna “aloreña” en los mercados receptores, con denominación de origen, lo cual, era una más que plausible iniciativa pero, que yo, que conozco bien el currículum de la diputada siendo alcaldesa de Cártama (Parque Agroalimentario y lo que le cuelga morena: derribo de la emblemática Ermita de Casapalma, dejó marchar a otr4o municipio la implantación de una fábrica extrusión de aluminio con garantía de crear 200 puestos de trabajo para en los terrenos elegidos idóneos para ello y apalabrados dar un pelotazo urbanístico entonces tramite de diario acontecer, etc.etc.etc) no apuesto un penique de vellón por la buena praxis de los proyectos de creación de riqueza y puestos de trabajo de nuestros políticos cuya baja intensidad  de luces estaba entonces  vista y comprobada.  

            En virtud de ello, por lo bajini  no pude entonces  por menos que musitar la misma oración gramatical que el indiano de ma            Ahora tenemos en Diputación otra despampanante diputada de este lugar.  Esperemos que cambie el pajeao; falta le hace a Cártama.