martes, 12 de mayo de 2015

EL HOSPITAL AÚN COLEA; Y LO QUE LE CUELGA…


Resultado de imagen de hospital del guadalhorce


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            El Diario Málaga-Hoy del 11 de mayo, saca de nuevo una noticia que, en realidad de verdad, está más vista que el mear.

Según datos que, al parecer, de forma más menos embozada en la ambigüedad,  ha facilitado a este medio el Consejero de Sanidad de la Junta de Andalucía,  la solemne, enésima y consuetudinaria  promesa verbal y escrita conjunta (Dios los cría…) por la Consejería de  Sanidad y el Ayuntamiento de Cártama,  de  que este año de 2.015 el Hospital Comarcal del Guadalhorce sería puesto en servicio, resulta una nueva trola, o embuste, o mentira (o como coño queramos llamarle) de ambas instituciones que ya nos tienen el gañote seco de hacernos tragar tantas trapisondas. Solía decir  el Nobel de literatura, Benavente: “La peor verdad sólo cuesta un gran disgusto;  la mejor mentira (con la que estos macanditos creen que tragamos)  cuesta muchos disgustos pequeños y, por fin, el disgusto gordo”; comparando, es como la traca que en las antiguas y gloriosas ferias de Cártama, de abril y septiembre, se echaba a lo largo del ferial (calle de “En medio”) pasadas las  dos de la madrugada  del último día, que iba dando tronidos a lo largo del recorrido y terminaba con un explotío que temblaba el verbo y despertaba a todos los mochuelos, buhos y lechuzas que siempre habitaron las estribaciones del cerro del Castillo.

A partir de aquí, la última “estación”: A los puestos ad hoc apara tomar chocolate con churros,  o guñuelos, pegado cada cual al costillar de su hembra (y viceversa); y, después, varios días la nostalgia de aquellas jornadas  de organillos, mercado (donde entre carreras de mulos y borricos se oía la vocecita del zagalillo vendedor de agua entre el bullicio jaranero de tratantes y “correores” (¡agua fresca a gorda la pechá! y cuando vaciaba el botijo  volvía a llenarlo con un jarrillo de lata en el agua dulce del pocillo de Gasparillo), bailes agarrados en el patio de la música, o caseta oficial, y las norias de Joaquín que tras varias vueltas en el aire preguntaba a la chiquillería, “¿queréis  más”,  “¡¡síiii!!”, gritaban desde las barquillas, y el bueno de Joaquín el de las norias seguía dándole vueltas a los canjilones  al tiempo que tocaba sus platillos (“¡chichipún, chichipún…!). Y el puesto  de algodón de azúcar, y el de turrón y cacahuetes, y los cochecitos topes, y el del  tiro con escopetas de plomo a los patitos de hojalata que iban pasando o a los palillos mondadientes enhiestos en baterías especiales,  y toda una gama de vivencias entrañable que hacía felices en aquellos años duros a niños y mayores. Ya lo dijo Bartrina en versos eternos:

                        Si el ser feliz creo serlo,
                        Sufro en mi dichoso estado,
                        Pues me hace desgraciado
                        Sólo el miedo de perderlo...

            Quizás la felicidad no consista en las muchas cosas poseídas,  como ocurre en estos tiempos, sino en el modo de gozarlas, aunque sean menos.


Y, de todo aquello no tan lejano en el tiempo ¿que se hizo?. ¿Se ha mejorado en el sentido de integración social, o se ha anonimizado, materializado, sectarizado capitalizadamente por los traficantes del voto? Pues sepan una cosa estos respetables señores de lo políticamente conveniente: La mentira engaña sólo a los que la dicen sic. Ya se les ha visto el culo con lo del Hospital, a cuya invocación tantas elecciones se han  ganado. ¿Lo lleva ya alguno de los partidos en liza en su programa? No sería de extrañar.

En este escaparate de poses engañosas en que se convertido la política, el colmo es que ha puesto un generador de energía eléctrica exclusivamente  para tener encendi de noche junto a una autovía el letrero luminoso que indica el sitio del Hospital Comarcal, que no sabe nadie cuando será abierto. Es una trampa letal, pues cualquiera que tuviera un accidente de tráfico con lesiones en la autovía no dudaría en llevara los heridos a un Hospital abandonado que le haría perder un tiempo vital para los lesionados.

     Y, siguiendo el hilo del  inocente símil que queda escrito antes, el tronío gordo del Hospital aún no ha llegado; llegará dentro de varios años, cuando aún no se haya abierto porque todavía durará la retahíla falaz y de compadreo de la Junta y el Ayuntamiento sobre quien ha de pagar la instalación de la corriente eléctrica que, al parecer, cuesta dos millones de euros, y la gente, por fin, se de cuenta de que habiendo un hospital sin abrir en la comarca, tienen que ir al Clínico en cuyas urgencias, por saturación, obliga a que  algunas veces los enfermos se tengan  que sentar en el suelo.  Tal como suena.

Es absolutamente anormal que sólo Cártama esté obligada a cargar con un tercio de los gastos del Hospital cuando son beneficiarios de su presuntas prestaciones algún días  12 pueblos más de la Comarca que no colaboran con en sólo euro.  ¿Qué clase de galimatía gestora es esta? En otro suelto lo explicaremos más ampliamente; ahora estamos en campaña electoral y hay que respetar los embustes de cada uno de los que se postulan al pesebre, todos respetables.