lunes, 22 de julio de 2013

CRISTIANISMO E HISTORIA

La imposibilidad de  probar que Dios existe, es la mejor prueba de su existencia (La Bruyere)
                                        
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            Desde tiempos inmemoriales (abril 1.485) Cártama ama a la Virgen María en su  advocación patronal, de Los Remedios. Como no es posible amarla a Ella sin, con mayor razón, amar a su Hijo, de ello se concluye que Cártama es un pueblo cristiano. Incluso, en un tiempo, fue famosa villa  levítica.

            Al hilo de tal propuesta, resulta pertinente recordar el papel  que el cristianismo ha tenido en nuestra cultura occidental. Me inspiro, entre otros,  en textos de James Mainwarig. Rehúyo así, siguiendo mi norma, el aportar y parar mientes en temas triviales y endebles en cualquiera de los temas que en este mi blog ofrezca a mis amables lectores. 

            A ello voy a dedicar algunas entregas de este blog, en la seguridad de que a algunos de mis lectores les puede interesar el tema, tan rehusado hoy en virtud de la oposición explícita de residuales ideologías contrapuestas que rehúsan convivir con otras más nobles que ellas,           que incluso, en lo que suponen de cultura humanística, las supera con creces: ¿Qué poeta, pensador, escultor, pintor, exégeta, ensayista, músico, etc, no ha tenido como inspiración de sus  más sublimes  creaciones en el eterno drama de Belén al  Gólgota?

            Dicho sea de antemano, que no es este un relato de hitos evangélicos, por otro lado de todos conocidos, sino una humilde y serena reflexión sobre la incidencia del cristianismo en la historia de la humanidad, en especial de occidente y su formación hasta llegar al estado en que le conocemos hoy. Grecia, Roma y Cristianismo son los tres pilares en que se soporta la cultura occidental, es decir, Europa.

                                                                       I

                                           PROGRESO DEL CRISTIANISMO

            Las enseñanzas de Cristo ofrecieron un ideal a la conducta humana que ha hecho más para revolucionar el concepto que el hombre poseía de sí mismo y de sus relaciones humanas, que cualquier otro acontecimiento en la historia de la humanidad.

            Una doctrina  de universal fraternidad que predica el amor, el perdón, la amistad como móviles supremos para el proceder del hombre, y, condena el egoísmo y la codicia (raíz de todos los males), es, ciertamente, revolucionaria como ninguna otra; tanto, que fue instaurada hace  más de dos mil años y pese a las puntuales debilidades de algunos  servidores de su Iglesia (como humanos que son), se  mantiene operante y pujante   en las conciencias y conductas  de miles de millones de seguidores en todo el orbe.

            Ciertamente,   en esos dos mil años han ido cayendo doctrinas, sistemas políticos cuales, por señalar algunos ejemplos, marxismo, comunismo, socialismo, dictaduras, etc.

             Puede que a muchos actuales seguidores del novedoso laicismo recalcitrante, e incluso extremoso y violento (que en realidad de verdad solapa otros designios más o menos rasposos a la razón ecuánime), al nihilismo pasota, a la filosofía del bienestar depredador e irresponsable, al positivismo, al relativismo, etc, no guste. Y, hasta lo persigue más o menos abiertamente, si no con la quema, sí con una desproporcionada dialéctica trasnochada. 

            ¿Cómo le va a pasar serenamente indiferente a todas estas fobias políticas una doctrina dirigida a los corazones sencillos y a las mentes claras que dice: No matar (ajusten la cuenta de los niños que a diario se matan en el vientre de la madre), no robar, no mentir (Dios, ¡no mentir, no robar!...), no quiera para otro lo que no quieras para ti. Y, dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, corregir al que yerra (no engañarlo más), redimir al cautivo...? 

La próxima entrega: "EL IMPERIO DE ORIENTE,CONSTANTINO"