miércoles, 5 de junio de 2013

“¡HOLA, MIS DESCENDIENTES SAPIENS SAPIENS...!”


                                      

    El austrolopitecus 

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                              De mi libro "ECOS DE LA ALHÓNDIGA"


            La paleontología y la antropología  han dejado claro que nosotros, los humanos, descendemos del mono, concretamente del austrolopithecus, cuestión que ratifica, si bien la analizamos, la mirada (fíjense  bien en la mirada)  del ejemplar que aparece en la foto. Dice un proverbio árabe: “Quien no comprende una mirada, tampoco comprenderá una larga explicación”

            El  mirar de nuestro ancestral  antepasado es casi indefinible y ya definitivamente humano; las cualidades de su mirada no la encumbre la ficción ventajista, porque en su estadio   evolutivo este ser  no ha descubierto aún la hipocresía. La Gioconda del cuadro de Leonardo es  célebre por su indescifrable y enigmática sonrisa,  como es de enigmática e insondable, sin dejar de ser bondadosa en los entresijos de sus rictus, la mirada de nuestro padre-tronco,  porque no tiene trampa ni cartón. Pero es inquisidora y,  quizás entrañe un implícito reproche, y se le intuye analítica y, por supuesto, circunspecta como corresponde a la desaprobación porque, lo que ve es que su prolongación genética indiscutiblemente  ha perdido el norte.  Seguramente lo que él  ve, nosotros somos incapaces de verlo porque, la ambición desmedida, la envidia, el odio, la arrogancia, el orgullo, el individualismo,  el ateismo, la incultura humanista, el desprecio al orden natural, el relativismo radical como muleta justificativa de errores, nos ciegan. Los sapiens sapiens  hemos desarrollado un espantoso y suicida Alter ego, y derivado de ello, la espantosa y consumista Aurea mediócrita.

            Pero ¿qué produce ese fondo de circunspecta  mirada de nuestro tronco progenitor? ¿Acaso el odio que destilamos contra nuestros congéneres; la suicida carrera de armamento mientras tres cuartas partes de los habitantes de esta privilegiada obra del Creador,  la Tierra, mueren de hambre por falta de alimentos que, ilícitamente, acapara y especula el otro tercio, egoísta e inhumano; los homicidios de género del día a día ; la escandalosa corrupción de gestión; la de los conceptos (más onerosa y degradante aún); de las materias lectivas ideologizantes de generaciones  a las que se les priva de la verdad de la historia;  los millones de asesinatos inmisericordes, y legalizados, en aras del progreso, de niños indefensos exterminados violentamente en el vientre de sus madres, altar del retoño más tierno de la vida...? No siente el poderoso el daño del desdichado, decía Alonso de Barros. 

            Acaso,  le entristece que sus remotos vástagos, los hombres sapiens sapiens del siglo XXI, se llam en a sí mismo civilizados y,  a él  (el homínido engendrador) se le aplique  el despectivo apelativo  de salvaje; que se llamen cultos y, cultiven la guerra por odios cainitas y razones geopolíticas, geoestratégicas, geoeconómicas  y otras nomenclaturas ad hoc como pretexto para matar a mansalva a semejantes.

               No, no es justo que algunos, muchos, dañen asegurados en el engaño.

            Puede que su mirada sea triste al ver como se persigue  a Aquel que dijo, mientras multiplicaba los peces: Dar de comer al hambriento; de beber al sediento (personas, pueblos y comunidades secas  del agua que sobra en otras); corregir al que yerra y enseñad al que no sabe; redimir al cautivo preso en la cárcel, en la pobreza, en la injusticia de cada día, escandalosamente  flagrante e hiriente; amar padre y madre; no ROBAR (de ninguna forma), no MENTIR (y menos los gobernantes que han de dar ejemplo y que han convertido España en un gallinero cacareando de embustes sistemáticamente a un pueblo ya inerme) y..., no hagas a tu prójimo lo que no quieras que te hagan a ti.  

            Una mirada del mono  que vemos arriba, que denuncia nuestra hermosa civilización y el “cómodo” cristianismo  de los que repudian la "cruz" del sacrificio y el amor! Que contemporizan escandalosamente  con  todo tipo de violencia, y pasan de todas las miserias y de  todas las muertes, incluídos niños sin nacer, pero seres humanos, en proporciones que constituye ya uno de los más terribles holocaustos. Por omisión cobarde son las columnas que sostienen todos los bajos fondos. Hoy más que nunca, dinero, sexo y violencia  nos contaminan la atmósfera.

            La mirada..., así la exaltó un poeta:

                                          ¿Qué será lo que tienen tus ojos
                                            que cuando  los miro,
                                           me desnudan el alma?.
                                          ¿Qué será lo que dice tu mirada

                                           que cuando la veo me deja sin palabra?.