sábado, 24 de marzo de 2012

UN MORITO PRIMER ERMITAÑO DE LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS

Estampa del asalto por las tropas cristianas a una medina árabe amurallada sobre 1.485 a 87, que bien pudiera ser la de la Medina de Cártama, antes de poner cerco al Castillo.

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En 1.484, un año antes de la toma de Cártama por los Reyes Católicos, el Rey Fernando, que había tomado Álora, ordenó al Marqués de Cádiz quien, con sus huestes formaba parte del ejército cristiano, hacer una de las entonces frecuentas correrías de hostigamiento con sus mesnadas por La Hoya del Guadalhorce, hasta Coín.
Estas incursiones en territorio enemigo, llamadas “algaradas” o “razias”, se llevaban a cabo partiendo de los pueblos fronterizos dentro ya del reino nazarí de Granada, unas veces adentrándose los cristianos en territorio moro, como es el caso que hoy comentamos y, otras, los moros en el cristiano. La novela romance “El abencerraje y la bella Jarifa” recoge de forma ideal el ambiente de estas luchas fronterizas, en la que aparece, amén de Álora y Coín, Cártama.
Durante estas “correrías”, talaban olivos, higueras, almendros, viñedos, quemaban cosechas de cereales, y se arreaban piaras de vacunos, caballar y otros animales hacia las tierras del invasor, todo ello para arruinar y debilitar la defensa de pueblos enemigos y sus ejércitos, facilitando así, la derrota de éstos y conquista de aquellos. Efectivamente, la “razia” de 1.484 fue preparatoria de la toma, en abril de 1.485, de Cártama, Benamaquís (que fue arrasado), Coín, Alhaurínes y otros pequeños pueblos y alquerías que desaparecieron, como: Fadala, Pupiana, y, otras que eran alquerías.
Si la población civil no se percataba a tiempo del avance del enemigo en “algarada” y eran sorprendidos en huertos, caminos, abrevaderos, molinos, etc, su suerte estaba echada: los hacían prisioneros para después venderlos como esclavos, costumbre ésta de ambos bandos contendientes.
Durante la “razia” de 1.484, las huestes del rey católico cogieron prisionero, entre otros, a un moro llamado Alhaberque Zaimén, dueño de un importante negocio de especias que expendía en el zoco cartameño, de donde era. De dicho negocio hubo de hacerse cargo su único hijo, un zagal de cómo unos 17 años que se llamaba Abdulá Zaimén.
En abril de 1.485, el Maestre de Santiago con sus mesnadas, que constituían uno de los cuerpos del ejército cristiano, tomó Cártama, expulsó de ella a la totalidad de sus pobladores moros, puesto que Los Reyes Católicos querían hacer de esta plaza una fortaleza militar estratégica para la futura toma de Málaga, que se llevó a cabo el año 1.487. Cártama siempre fue la llave de entrada a Málaga desde otros puntos por la ruta este, y, en cuanto fue tomada el Rey reunió a su Estado Mayor en la Alcazaba para diseñar estratégicamente la toma de Málaga. Formando parte de ese Estado Mayor, estuvieron en Cártama personajes sobresalient6es de la historia de España que no podemos, por falta de espacio reseñar aquí.
Al saber Abdulá Zaimén (que desconocía la suerte seguida por su padre cuando fue secuestrado el año anterior), que su casa, cargada de recuerdos ancestrales, iba a ser adjudicada por el Concejo de los conquistadores al repoblador castellano, Juan Sinalma Parejo, herrero que había acompañado al ejército real, se negó a exilarse; cerró su casa, echó aldabas y cerrojos a la puerta y atrancó las ventanas con fuertes tablas fijadas con gruesos clavos, quedándose él dentro.
Cuando los soldados del Maestre de Santiago, al que los Reyes Católicos habían encargado la defensa y atención de la guarnición militar acuartelada con vistas al aislamiento de Málaga por el Este, echaron abajo la puerta de la vivienda del especiero, al joven Abdulá Zaimén, por más que le buscaron dentro de su casa y en el pueblo, no le encontraron.
En Cártama, como en todos los pueblos y ciudades que tomaban, los Reyes Católicos implantaron la religión católica e hicieron iglesia la mezquita musulmana bajo la advocación de la Encarnación: “…Por la mucha devoción que Nos tenemos a Nuestra Señora La Virgen María en el Misterio de la Encarnación de Nuestro Seños Yesu Cristo, queremos que … la Iglesia Principal de cada una de las Villas e lugares de su Obispado ( Málaga) sea titulada en nombre de Santa María de la Encarnación...”
No obstante, cuando en 1.505 fue reconstruido el templo-sinanoga-mezquita para el culto católico exclusivamente como parroquia, D. Diego de Deza, arzobispo hispalense con sede en Segovia, le dio el título de San Pedro Apóstol, tal se llama hoy.
Igualmente, y como se detalla en mi libro “El juglar y la Virgen Peregrina”, sobre el agareno oratorio que entonces ya existía en la falda del monte, a cuyos pies Cártama dormita su historia varias veces milenaria, los Católicos Reyes erigieron una pequeña Ermita (con los siglos varias veces reformada por causas diversas), en la que instituyeron como Patrona de la Villa a la Virgen de los Reyes, porque como imagen dejaron la que ellos llevaba en su tienda de campamento. El pueblo llano, empero, por la ubicación de su Santuario, enseguida empezó a llamarla, Virgen del Monte.
A partir del 23 de abril de 1.579, al remediarse por su intercesión una terrible epidemia de peste, y, seguramente por sugerencia de los monjes Trinitarios que entonces, en alguna medida, tenían relación con Cártama, aunque no Conventos como en Ronda y Coín, y ayudaban sin regentarlo, el Hospital de Cártama, sito en lo que hoy es Calle Concepción, que un tiempo se llamó calle del Hospital, se la tituló Virgen de Los Remedios (que es advocación de dicha Orden), declarándose, desde 1.579, el día 23 de abril de cada año como el de la Virgen de Los Remedios de Cártama, “por siempre jamás”, con celebración de solemnes actos eucarísticos y procesionales; y así se sigue haciendo aún. a los 433 años de dicha epidemia.
Volviendo al morito, Abdulá Zaimén, algún tiempo después de la toma de Cártama, los nuevos repobladores del pueblo, cristianos viejos venidos de otras partes de Andalucía, Extremadura y Castilla, notaron que la pequeña campana eremita tocaba con un son especialmente musical y entrañable. Para comprobar quien la tañía con ritmos tan hermosos, subieron por el mismo empedrado sendero que los moros usaron durante ocho siglos para acceder a la Fortaleza-Alcazaba, y, se encontraron que el campanero era un joven, vestido con zayal mariano, que se había instalado en un pequeño reducto del templo y, cada día, cuidaba de las lámparas, hacía de guarda y abría la puerta de la Ermita, ya cristiana, a la soldadesca que ahora, como antes los musulmanes a Alá, rezaban a los pie de la virgencita serrana.
Los nuevos vecinos cartameños, atribuyeron a la influencia milagrosa de la Virgen, el que el joven Abdulad Zaimén, se librara del exilio y, de su conversión al cristianismo, siendo, al parecer, el primer ermitaño que tuvo nuestra Patrona.