jueves, 23 de febrero de 2012

CÁRTAMA, UNA VEZ MÁS TESTIGO DE AMORES DE LEYENDA



En el recorte periodístico que firma el gran escritor, Maximiano  García Venero, inserto arriba, éste cuenta una preciosa secuencia de amores entre una célebre bailarina, Encarnación López, "Argentinita" y, el genial torero, José Gómez, "Joselito", al que el toro, Bailaor, mató en la plaza de Talavera de la Reina.



 Conozco esta historia de primera mano por mi amistad con el artista cartameño, José González Marín, que a mí en muchas ocasiones, y delante de mi, otras,  la refería  con emoción.

Ambos, torero y bailarina (sobre todo ella de forma muy especial, a la Pepe González  llamaba, "mariposa del arte y del amor") fueron íntimos amigos de nuestro paisano el  referido rapsoda, quien  compartió tablas muchas veces con ella en escenarios de medio mundo. Tal amistad mantuvo con la Argentinita, y con su hermana Pilar López (en otro momento ampliaré sobre ello), que aquella, como recoge la crónica de  Maximiano García Venero, al morir su novio, el legendario "Joselito," le entregó a su amigo, Pepe González Marín, nada menos que las cartas de amor que, a ella,  le escribiera el celebrado y mítico torero, al que otro poeta cartameño (¡Dios ¿en que manos está nuestra historia?), Enrique López Alarcón, una noche de vinos y musas en una venta sevillana, ebrio ya de ambas y arte, como sólía escribir, puso negro sobre blanco uno de los mejores romances elegíacos al torero muerto.


CANTO A SEVILLA EN LA MUERTE DE JOSELITO


Esta luna gentil de primavera

tranquila, placentera, que reina en el azul

cuna de un rayo que no llegó a vibrar

cairel y broche

del capote de lujo que en la noche

esquiva y huye la humedad de Mayo;

esta luna gentil de primavera

mujer al fin,

se ha remilgao la falda

y recostada al pie de la Giralda

habló al Guadalquivir de esta manera:

¿Qué has hecho con mi amor?

aunque me alfombres

la tierra de las flores más bonitas

aunque ampares mi espalda

con un manto de luz, y la esmeralda

por siempre me rodea,

si al fin me quitas el amor más dulce

y amado de los hombres,

me tendré que morir;

dí, Padre Río

¿Dónde fuiste a ocultar el amor mío?

Betis enmudeció, y los ruiseñores

dejaron de cantar, y no esparcieron

su risa de cristal los atanores

Y se pusieron lívidas las flores

y el campo tumba fue, cuando supieron

¡ay ojos que lo vieron!

la muerte del amor de sus amores.

Lleva el Guadalquivir llanto en sus ondas

y cimbreando su curva entre las blondas

van haciendo pucheros las mantillas.

Y el tornavoz del puente de Triana

publicó la espantosa pesadilla.

Y Córdoba sultana

y Ronda la moruna y la serrana

plañen por el torero Maravilla

hijo infeliz de la fecunda hermana

orgullo y paz de la simpar Sevilla

                          (Enrique López Alarcón)

                                                                                ***
"...de allí se fue a Talavera,
¿te acuerdas?,
y no volvió..."

Cuando tres amigos escribíamos el libro, "El Faraón de los decires", prologado por Manuel Alcátara y  hoy agotado,  delante de Pdro Dueñas tuve la ocasión de mantener una de mis  conversaciónes, en este caso telefónica, con Pilar López, formidable bailarina, hermana menor de la "Argentinita", con quien recordé entrañables hitos con su también gran amigo y asiduo de su casa y de su hermana, Pepe González Marín, cuyo temario dejo para otra ocasión.

 (Nota: el recorte periodístico que aquí utilizo de referencia y soporte nemotécnico,  se lo debo a mi buen amigo, Juan Bedoya)