miércoles, 23 de noviembre de 2011

DOS GRANDES AMIGOS HASTA LA MUERTE: GONZÁLEZ MARÍN Y JULIO ROMERO DE TORRE

PARA EVITAR DIFICULTADES EN LA LECTURA DEL TEXTO QUE ENTECEDE, VIENE A DECIR ASÍ:
"Cuando murió Romero de Torres no hubo manera de alejar a "Pacheco" (su perro galgo fiel) de la capilla ardiente...Y "Pacheco" allí inmóvil, más hierático que nunca, abrumado por la trsiteza, cerca de aquel cuerpo que ya no se inclinaba sobre él con un propósito de caricia. En tres días no quiso comer "Pacheco", ni quiso marcharse de aquella estancia.
Cuando el hijo del pintor vino a Madrid para levantar el estudio y trasladar muebles y cuadros a Córdoba, trajo consigo a "Pacheco". Eran los últimos días del estudio que había sido marco   tantas horas de labor, de alegría y de entusiasmo. Desfilaba mucha gente para ver por última vez la estancia, que era como un relicario de sonrisas flamencas. Y "Pacheco" (le puso así Julio Romero, siempre romántico, por un bandolero muerto a traición en Córdoba) estaba allí, como tantas otras veces, pero ahora en una actitud y con un espíritu nuevos, dominado por la tristeza de no ver al amigo de toda la vida.
Un día estaba en el estudio, con otras personas, el gran recitador JOSE GONZÁLEZ MARÍN. Sabía unos versos dedicados al pintor en la hora de su muerte, --en la que también estuvo omo amigo íntimo que fue del pintor--. Alguien propuso que  los recitara. La gente hizo corro en torno al actor y éste se dispuso a comenzar.
Cerca, sobre un diván,  como casi siempre, estaba "Pacheco", indiferente, deprimido. Al ver que la gente se arracimaba al rededor de JOSÉ GONZÁLEZ MARÍN, el perro abandonó su sitio, se abrió paso antre los moyentes y se colocó en primer término ante el actor. Así estuvo quieto, atento,  hasta que recitador acabó la poesía en  recuerdo de Romero de Torres. Entonces, el perro volvió al diván y se tendió otra vez en su misma actitud kindiferente y apesadumbrada de antes...