jueves, 24 de febrero de 2011

REGRESO DE LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS DESDE AMÉRICA 1.938 (HISTORIA DE CARTAMA)

Al regresar a Cártama la Virgen de Los Remedios el día 1 de enero de 1.938, en los brazos de su salvador cuando iba a ser quemada (el aedo cartameño, José González Marín) tras protagonizar la epopeyas más inusitada y hermosa de la historia mariana de Espàña e Iberoamérica, todos los medios nacionales se hicieron eco del extraordinario suceso, como es ejemplo entre cientos, el recorte de arriba, correspondiente a uno de los periódicos del norte de España.
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Pepe González Marín salvó la Imagen de la Patrona de su pueblo; fue desde muy jóven uno de los más destacados primeros actores de teatro de España en las compañias más señeras del mundo; fue un hombre bueno y probo, proclamado filántropo por toto el mundo; hijo adoptivo de infinidad de pueblos, inluído el suyo y otros comarcanos y ciudades de España; en las andas de un arte noble y exquisito redimió a la poesía de las círculos exclusivos de su época y la llevó al pueblo de forma inteligible en virtud de su genial instinto artístico, para que pudiera entenderla todos los públicos sin distinción de clases y formación cultural; dio a concer a Cártama por el mundo entero; fue embajador cultural allende los mares de España; condecorado con las más altas insignias nacionales y extranjeras; amigo de reyes y jefes de estados en tres continentes; en años de penuria y dolor pagó parte del Teatro de su pueblo para que sus paisanos tuvieran una un paliativo cultural a tanta dolor de la postguerra; reenició la tradición multisecular de la devoción y celebración de la devoción cartameña a la Virgen de los Remedios, que sin él, hoy no existiría; los poetas le llamaban hermano, etc
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Pues bien, a este hombre excepcional, la envidia babeante y el denso odio de los enanos espirituales y culturales, dándole trágala a su pueblo, le han robado su nombre al teatro que él motivó en su pueblo, con lo que han dejado a su propio pueblo y a sus paisanos a la altura de la basura ante la opinión de otros pueblos y ciudades.
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Vuelca la pileta y miente como tal, el edil que quiere justificar tamaño desafuero alegando que si no se le cambia el nombre al Teatro podría haberse producido un enfrentamiento. Qué poca verguenza torera y con qué cinismo se insulta y ofende la inteligenmcia del pueblo.
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Y para más oprobio, titulan al coliseo remodelado y reinaugurado con un topónimo que contiene una escandalosa falta de ortografía. Un pema de chicos y chicas edilescas.
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Al hilo de lo antes enunciado he creido oportuno parafrasear parte de un artículo de fondo de un sabio erudito benidictino, Fray Benito Feijoo, amigo de los famosos jesuitas cartameños: Hermanos Altamirano, por cuya intercesión le fue dedicada una calle en Cártama (calle Feijoo, a la que las gentes suelen llamar calle del Fijo), cuando en España gobernaba Fernando VI y Bárbara de Braganza. Viene a decir el sabio benedictino: "Los que estampó en su libro Maquiavelo, como a cada paso se oye en los corrillos, fueron políticos infames de virtud desatendida, que al vicio subliman, que a la verdad y a la justicia tienen desterradas de la aulas; que la adulación y la mentira son las dos alas con que pretenden volar a las alturas..." Lo dijo Fray Benito Feijoo.