lunes, 11 de octubre de 2010

ANTONIA LÓPEZ CISNERO,-POETA DE RAIZ CARTAMEÑA

Cártama está actualmente, ¡albricias!, inciando el camino para la recuperación de sus raíces históricas e intrahistóricas, especialmente de hitos históricos transcendentes y personajes ilustres, de los que este pueblo fue cuna de rutilantes muestras, incluso con proyección universal, bastante de ellos recogidos en las páginas del libro, " EL JUGLAR Y LA VIRGEN PEREGRINA", de este autor, pero, algunos, como es el caso de la que en vida fuera mi amiga del alma, ANTONIA LÓPEZ CISNERO, poeta de numen inefable que en tantas ocasiones cantó a su tierra, Cártama, en bellísimas composiciones poéticas, en especial a la Virgen de Los Remedios, de la que era fiel devota y, a su admirado rapsoda José González Marín; no quedó ella por razones de espacio debidamente definida en toda su emotiva dimenmsión en dicho libro, y, por ello, siento la necesidad espiritual de dedicarle hoy un recuerdo en estas páginas.Lo hago reiterando íntegras mis palabras en un homenje póstumo que un grupo de amigos le rendimos en la Sala Cultural del Pimpi. ANTONIO LÓPEZ, en efecto, aún en plena juventud madura y con un corazón rebosante de amor que no había encontrado respuesta en vida, un día, cuando su lira cantaba con sones más armoniosos, nos dijo adiós para siempre, dejándonos a sus amigos una inextinguible saudade en el recuerdo.
ANTONIA LÓPEZ CISNERO es una gema más a añadir al brillante acervo cultural de Cártama. Sirva el presente recordatorio de la gran poeta ausente, como engarce inicial.
TEXTO DE MI INTERVENCIÓN:
ANTONIA LOPEZ CISNERO. Ponente: Fco. Baquero Luque

( Sala “ El Pimpi”, 3 de febrero 2.003 )


Buenas noches:

De entrada, quiero dejar constancia de que mi aportación en este homenaje póstumo a Antonia Lopez Cisneros, se justifica, aparte de por la sincera amistad con la que como todos los presentes ella me honró y gratificó inefablemente, en que lo hago en nombre de Cártama, pueblo al que como veremos, Antonia tenía muy asentado en sus entrañas. Lo se porque así me lo manifestó, y demostró, incluso poéticamente, en muchas ocasiones.

A más de lo dicho, de inmediato debo aplaudir, porque es de justicia hacerlo, el acierto de los organizadores de este necesario agasajo posterior a nuestra amiga, cuya humanidad quedó tan amorosamente ahincada en el corazón de cuantos tuvimos la suerte de conocerla, tratarla y disfrutarla, tanto en la nobleza de sus sentimientos, como de su altura poética que tan constatado queda en este mismo acto. Acto que , por otro lado , nos restituye, aunque solo sea por breves momentos, en el ánimo de todos, la gozosa presencia de aquella gran mujer que hizo de su vida un canto a la amistad, que es poesía, y un culto a la poesía que es, sin bien se analiza, una recreación de la creación.

Antonia López Cisneros, en efecto, por ancestro familiar tenía algunas de sus raíces asidas a la tierra cartameña, de donde, como de las sugerentes olas de su malagueño mar, por ella misma supe que, por esas raíces y de ese terruño, libó savia y motivos para no pocas creaciones de su poemario.

En su juventud solía pasar largas temporadas en la llamada “casilla tomiza”, vivienda y casa de labor que sus familiares tenían en lo alto de un cerro al resguardo de las traidoras inundaciones de los ríos Fahala y Guadalhorce, con la era de trillar a un tiro de honda, la cocina y el horno para cocer el amasado pan de cada día comunicado con la casa por un cobertizo. Ambiente idílico, que seguramente le inspiró estrofas como estas suyas:
“ ... En las noches serenas te presiente.../ El sol quemando está la sementera, // el aire lleva el tamo de la era, // y yo, en mis sueños, te tendré presente”


Refiriéndose a esta casa campera me confesó varias veces que desde la atalaya en que se enclava se extasiaba oteando en el horizonte las impresionantes puesta del sol en la hoya gualdalhorceña que contrasta con el valle que se extiende a sus pies ; y que valoraba poéticamente los mensajes de aquella naturaleza elemental con sotos que en las primaveras plagan de nidos los pájaros que en los atardeceres inundaban el aire con su algarabía al disputarse la quedada en la arboleda cercana ; desde aquel altozano escuchaba el soñoliento serrar de la cigarra y el pausado canto de la tórtola encobando su nidada; allí vivió espléndidas noches de luceros y de luna con cantos de grillos y ladridos de perros en lontananza; una salmodia global y perenne que seguramente aportaron no pocas notas a la cítara de nuestra ya físicamente ausente amiga, que le inspiraron versos de este tenor:

“ ... Se va entre bruma suave y diamantina // ocultando su luz tras la montaña...//. La luna se ha sentado en la colina // esperando el lucero que la engaña, ...// Los pájaros se agitan y revuelan // buscando su aposento entre las ramas, ... // Los grillos y las ranas se desvelan // y saltan o se esconden en las gramas // y a sus hembras les trovan sus amores ... //

Cuando una noche de tertulia poética en el bar El Jaral, de su hermano Luís, hace unos siete años me presentaron a Antonia López Cisneros, ambos convenimos en que teníamos la impresión de ser amigos desde antes de conocernos en aquel momento. Después caímos en la cuenta de que allá por finales de la década de los setenta y principio de los ochenta, siempre que yo desde Cártama venía por Málaga, me pasaba por las dependencias policiales ubicadas en la Aduana para recoger ( y tomar café con él ), al entrañable amigo común y decidido admirador de ella, y como yo periodista empírico, Manuel Téllez Laguna, quien, por cierto, tuvo tiempo antes de morir para dejar escrito con densa y amena prosa, tres formidables libros de investigación , “ El Borge” , “Paco Palma, escultor- imaginero” , y una “ Historia de Comares”, a cuya creación Antonia le animaba.

En otra ocasión, después de aquella noche de El Jaral, recordamos Antonia López y yo que fue de aquellos años --- cuando nos presentó Manuel Téllez en el Estanco que ella tenía frente a la Aduana --- de donde emanaba esa sensación que ambos tuvimos de ser amigos desde antes de conocernos. Y recordamos como con el común amigo Téllez Laguna hablábamos en aquel entonces de poesía, del terruño cartameño en donde para más, vive desde hace quizás cuarenta años una hermana suya con la que también pasaba algunas temporadas. Y de que, aunque muy lejanamente, era parienta del célebre rapsoda cartameño, que tanto ella me recordaba en sus recitados, y al que homenajeó para mi en unos versos que de su puño y letra me regaló, dedicados, datados en octubre de 1.999, de los que aporto este fragmento:

“¡Ay Pepe González Marín,
yo vi. en ti:

bajar los alcores
con sus caballos caretos
aquellos siete ladrones...

En calle Carretería,
Paraste al Cristo sangrante
“pa” cantarle una saeta
con tu perfil camboriano
y tu voz clara y vibrante.

Los pregones malagueños...
¡ay boquerones del alba!

Yo te (oí) cantar la nana...

Y la misa de aquel padreMiguelito
por seguirilla gitana...

Y a la guapa malagueña
con sus caracolas negras.

Y al señorito Camborio
Que se murió de perfil
De una manera que nunca
Se volverá a repetir... ”



Y, ¡como no se va ser devota de la Virgen de Los Remedios si se tiene raíces clavadas en la tierra de Cártama!; ¡ ni por ello dejar de cantarla si se és poeta !. Entre otros recuerdos, tengo varios poemas suyos a la Virgen de Los Remedios escritos también de su puño y letra con datas que van de los años 50 a los últimos de su vida, cuando ya como un Cristo subía la escarpada y catársica pendiente del dolor humano, que como los elegidos los transitó cantando de esta manera :

“Repica fuerte campanero
que ya va entrando en su templo
la Virgencita morena
Madre de los cartameños...

¡Ay Virgen de los Remedios!,
yo te pido cada día
la salud sin regateos...
y quisiera que la fe
levante en mi pecho un templo...

Que yo vengo Madre mía
A verte siempre que puedo
para postrarme a tus plantas...”

Yo hablaba con Antonia en sus últimos años todas las semanas, y la quise porque pude conocer la limpidez, el resplandor y el vuelo de su inteligencia, y lo sano, fresco y noble de aquel hermoso y bravo corazón. Siga con nosotros su obra y su recuerdo.
Esta es mi humilde aportación a tan merecido homenaje a Antonia López Cisneros