martes, 15 de junio de 2010

LA CULTURA VISIBLE EN LA CÁRTAMA ACTUAL

Insistamos en ello: No serían suficientes varios abultados tomos para contener escrita la vida y el arte singular, noble y único de un personaje, como José González Marín, nacico en Cártama, a la que en todo momento quiso brindar (¡que buen señor...!), el constante clamor de sus multitudinarios triunfos, que durante más 40 años fue cosechando initerrumpidamente por todos los paises, ciudades y pueblos de tres continentes.

Sin embargo, paradójicamente, desairando incluso a Su Majestad la Reina de España, Doña Sofía, que implicitamente aconsejó que siguiera llevando el nombre del egregio cartameño el Teatro que, hace 42 años, Cártama erigió para honrar y celebrar a su hijo predilecto favorecido por el gobierno de la II República con las más altas condecoraciones que se otorgan a un civil, su nombre ha sido quitado de dicho coliseo. Razones habrá, aunque las ignoramos. Si las razones de tan enorme entuerto son infundadas , éste no tendría perdón electoral.

Al escribir, o conocer, la biografía del ínclito cartameño de famia mundial, de facto estamos conociendo y percibiendo el hálito de la historia poética, cultural y social de la España de la primera mitad del siglo XX, pues como podemos leer en el suelto periodístico inserto arriba, y en miles más de la época, nuestro paisano fue admirado y querido por su arte y bondadosa condición humana --¡dejen de calumniarle los que no le conocieron, ni saben lo que es una lira, una silva, un pareado o una quintilla!---, por Presidentes de Repúblicas (entre ellos los de España), Reyes, poetas --sus "hermanos", según le proclamaron por el bien que les hizo con su arte y con los arpegios de su voz--, artistas, pensadores, y, sobre todo, por el pueblo liso y llano al que llevó la poesía de nuestros poetas más excelsos de forma asequible, redimiéndola para el acerbo popular, su auténtico dueño, de las cobachuelas en donde la tenían secuestrada los intelectuales.

Aunque también debemos parar mientes en que probablemente tengan sus razones (aunque sean torticeras), quienes quieren borrar la memoria del genial rapsoda de la historia de su Cártama natal, pues siempre los vanidosos egotistas (y no nos referimos ahora a los políticos de turno), expanden murmuración contra sujetos de méritos sobresalientes creyendo que ellos les pueden disputar, incluso después de muertos, como es el caso, la admiración pública. Puede incluso que desestimen la cultura de la gente de su pueblo y que crean que, enm efecto, nadeando a los que valen más que ellos sobresaldrán y por tanto, los que sean de la política, serán favorecidos, por méritos de tal tenor, con el voto de la ignorancia que es lo que en su fuero interno creen que está sumida la gente de su pueblo. El Benedictino, Benito Feijoó ---que, por cierto, desde el siglo XVIII tiene una calle en Cártama que la gente llaman, "calle del fijo"(diremos en su día por qué se le puso tal nombre)---, decía en uno de sus cientos de libros: "No se ve otra cosa en el mundo, sino perversos exaltados y virtuosos abatidos; la lisonja y el engaño dominando; la verdad y la horadez gimiendo" Así lo dijo este sabio español del siglo XVIII.

Sí, a lo mejor llevan razón estos tales creyendo que Cártama entera admite y acepta como conveniente para nuestra imagen y propia estima que se vitupere y olvide a hijos de esta hidalga tierra que le dieron prez y fama por el mundo entero. A lo mejor, aunque mucho es de temer que más seguro sea, a lo peor; a saber...